Roma en un día

Después de visitar Roma en tres ocasiones, este año tocó volver a la ciudad eterna para recorrerla en un sólo día. He estado dudando si centrar el post en el viaje que hice en 2009 que sería algo así como"Roma en dos días", casi el que repetí en 2010 y, aunque de aquel fin de semana me acuerdo perfectamente, vamos a tirar de los recuerdos del pasado agosto porque puede ser útil para aquellos que viajan a la capital del país por un periodo de 24 horas.

Por tanto tomamos como comienzo del viaje la llegada al aeropuerto de Ciampino en el primer vuelo que te hace salir de Madrid a las 6 de la mañana. Una buena opción sin duda para aprovechar el día en Roma. Una vez llegados a nuestro destino, las opciones de transporte al centro no es que varíen con respecto a los precios, un autobús a Termini sale por unos 5 euros, siendo el viaje de unos 40-45 minutos. Hay que tener en cuenta que se mete por una vía que vendría a ser como si recorriera la Castellana de punta a punta con sus correspondientes semáforos, por tanto dependerá del tráfico. Ese mismo viaje hace unos años nos pilló en hora punta un viernes por la noche y el atasco fue poco menos que monumental.

Una vez llegamos a Termini, nuestra intención fue buscar el hostal que habíamos contratado para dejar el equipaje. Así lo hicimos, no pudimos hacer el check in pero al menos nos pudimos allí las mochilas. Ese hecho hizo que tuviésemos que volver a media tarde para poder tener nuestra llave de la habitación y pagar la misma, ya que al día siguiente dejaríamos el alojamiento tan temprano que un check out normal sería imposible.

El hostal, aunque pedía a gritos una reforma, estaba sin embargo bien situado respecto a la zona de Plaza España y del Pópolo, de ahí que nuestra ruta monumental comenzase en la escalinata de la famosa plaza España, lo que además nos dio unas vistas hacia la zona del Vaticano bastante interesantes. De ahí nos dirigimos a la Plaza del Pópolo para admirar las iglesias gemelas que tanto me gustan y en concreto la de Santa María que esconde dos espectaculares cuadros de Caravaggio, y digo esconden porque en penumbras a penas se ven a no ser que eches la correspondiente moneda para que se enciendan las luces.



De aquella iglesia, fuimos callejeando hasta casi llegar al río a la altura del Ara Pacis, que vimos por fuera ya que si hubiésemos entrando se había llevado con nosotros la mitad del presupuesto del viaje. Bromas aparte, seguimos caminando, cruzando por uno de los puentes hasta llegar al Castillo de Sant Angelo, muy cerca ya del Vaticano, que era nuestro siguiente punto turístico. La cola para entrar a la basílica nos habría retrasado mucho el día, así que digamos que lo dejamos para otra ocasión. En todas mis visitas anteriores lo había visitado, la primera lo completé con los museos Vaticanos, la última con la subida a la cúpula. Pero esta vez, tocó verla por fuera.

Tan pronto dejamos el Vaticano nos desplazamos hacia las espaldas de la Plaza Navona y aprovechamos para comer por la zona aunque sin meternos en el centro, lo que nos dio opción de comer un menú por 6 euros. Tras el segundo café del día, nos adentramos en las callejuelas que quedan detrás de la famosa plaza antes comentada hasta que por fin dimos con ella. Impresionante, como siempre, más repleta que nunca de turistas, pero con la Fuente de los Cuatro Ríos que por muchas veces que la visite siempre me deja sin palabras.

Continuamos después hacia El Panteón, aquí quien se quedó impresionado fue mi chico, pero a mí se me volvieron a empañar los ojos de nuevo, para mí es una de las grandes obras arquitectónicas de todos los tiempos. Como también lo son los frescos de la Iglesia de San Ignacio de Loyola, los cuales para mí siempre son de visita obligada.

Dejándonos atrapar por sus calles, seguimos esta vez hacia la zona donde se encuentra la maravillosa Fontana di Trevi pero... Estaba en obras. Ello nos hizo poder verla mucho más de cerca ya que habían dispuesto unos andamios, aunque obviamente la magia que tiene esa preciosidad se había perdido por completo, aún así, volví a tirar la moneda, por eso de que siempre es un placer volver a Roma.

Seguimos nuestra visita subiendo por la zona del Palacio del Quirinal para después seguir por La Vía delle Quattro Fontane sin éxito a la hora de visitar las iglesias que nos íbamos encontrando puesto que se encontraban cerradas, hasta que nos topamos con la de Santa María de la Victoria, lugar donde se encuentra el magnífico Éxtasis de Santa Teresa. Ya muy cerca del hotel volvimos para hacer el check in (eran casi las 18:30h) y pegarnos una ducha ya que el calor y sobre todo la humedad aquel día era insoportable.

Tras cambiarnos volvimos a la calle ya con el atardecer amenazando en el cielo para esta vez atravesar la plaza de la República y acercarnos hacia la zona del Foro y el Coliseo. Visitamos los distintos puntos del lugar y vimos cómo toda la zona del foro estaba vallada por obras ya que están acondicionando todo aquello.

Llegó la hora de cenar y fuimos caminando hacia el centro, no sin antes hacer parada en frente del monumento de Vitorio Emmanuel, al que apodan la máquina de escribir por su peculiar forma. Conocía un restaurante muy cerca de la Fontana de Trevi, cuya especialidad está más cercana a la gastronomía del norte de Italia, con platos a base se salchichas y platos más alejados de la tradicional pasta, pero estaba hasta arriba de clientes y el metre no es que fuera muy amable diciéndonos que podíamos esperar, así que emprendimos rumbo hacia El Panteón y cenamos en un restaurante que yo denomino para guiris. La oferta no es que sea muy amplia en todo Roma, y los sitios que de verdad merecen la pena están siempre repletos.

Una vez por la zona y tras cenar nos tomamos un helado y vimos el templo de Adriano así como callejeamos por algunas calles hasta que nos dispusimos a volver al hostal. Quizá fue un día accidentado, el calor tampoco nos facilitó la visita, algunos monumentos en obras, la comida más bien normalita, pero por suerte guardaré muy buenos recuerdos de esta ciudad que me roba el corazón siempre que me hace volver.