Florencia en un día


Florencia, una de las ciudades más bellas de Italia (y del mundo), la misma que muchos turistas clasifican por encima incluso de Roma. La ciudad de los museos, de las esculturas en sus plazas, del famoso Puente Veccio. Un lugar de arquitecturas palaciegas, de recuerdos a una época en la cual gozó de mucha riqueza. Cuna de Dante, sede del David de Miguel Ángel. 

A este paso creo que voy a hacerme experta en visitar Florencia en un día. Ya lo hice en 2003 cuando apenas estuve unas horas en las cuales me llevaron por algunos enclaves asociados a Dante, visité Santa Maria de las Flores y me tomé un helado de camino a la Academia, lugar donde se encuentra entre otras maravillas el David de Miguel Ángel.

Si bien es cierto que no da tiempo a conocer todos sus museos y palacios, si es una ciudad que se recorre en un día. No es muy grande, a mí me recuerda a Salamanca por la proximidad de sus atracciones, aunque salvando distancias monumentales obviamente.

Comentaré pues mi última visita a Florencia, el pasado agosto. Siempre dije que a esta ciudad de La Toscana volvería para quedarme más días y así admirar por fin "El nacimiento de Venus" de Boticelli o el ya citado David. Pero de nuevo no pudo ser por estar situada en un itinerario de apenas cuatro días para recorrer esta región tan maravillosa de Italia.

Queríamos habernos alojado en Florencia durante nuestra estancia en La Toscana, pero los precios y el hecho de que llevábamos coche nos hizo replantear el viaje y descubrir que Arezzo nos colocaba mejor en el mapa. Así que a Florencia le dedicamos un día.

Llegamos sobre las 11 tras venir de Arezzo por la A1 y fuimos directamente al centro, aparcando en uno de los parkings más caros de la ciudad, aunque como lugar curioso no tiene precio. Un aparcamiento de esos donde los coches quedan apilados en dos pisos, como los que pueden verse en Nueva York, donde llegas y son los encargados del parking quienes aparcan el vehículo sin que tengas que preocuparte por buscar sitio. Ese detalle realmente es lo que se paga. Para ricos o para turistas inconscientes como nosotros. Lo cierto es que está perfectamente ubicado al lado de la Estación, muy fea por cierto en comparación con tan magna ciudad.

De ahí nos dispusimos a entrar en el corazón de Florencia. Hablamos del Duomo. La catedral, de acceso gratuito como todas las iglesias de Italia, donde se espera una mínima cola para contemplar la maravillosa cúpula Brunelleschi desde dentro, ya que en sí la iglesia es bastante austera en comparación con la riqueza decorativa en su exterior. Pegado casi a la Catedral, nos encontramos con el campanario independiente del Giotto, de 82 m de altura, y el baptisterio de San Juan con las famosas puertas de bronce de Ghiberti, las cuales siempre se encuentran rodeadas de turistas cámara en mano.

Tras la visita únicamente al Duomo, el resto como digo es preferible visitarlo en estancias en la ciudad de tres días, fuimos hacia la Plaza della Signoria, pasando por una lonja de arquitectura al aire libre que en su tiempo estaría repleta de puestos de fruta, carnes y pescado, pero que ahora está invadida por el comercio textil de mercadillo, y dejando a nuestro paso la Plaza de la República donde estaba instalado un Tío Vivo de los de antaño.

Ya en la Plaza della Signoria, una de las más visitadas de Florencia, pudimos contemplar las maravillosas esculturas originales situadas bajo la Loggia, junto a otras copias nada mal ejecutadas como el Perseo con la Medusa de Benvenuto Cellini. Tras un tiempo haciendo fotos, por ello de que las que esculturas siempre son los mejores modelos, entramos al Palacio Vecchio.

De ahí nos encaminamos hacia el Puente Vecchio, pasando por las Galerías Uffizi desde donde pudimos contemplar por fin uno de los puentes más famosos del mundo, coqueto, repleto de tiendas de joyas, lugar de paso hacia el otro lado del río que nos condujo al Palacio Pitti que alberga un museo. Ya en la otra orilla encontramos una pequeña tienda de embutidos y conservas para comer donde el camarero era simplemente encantador, para comenzar una ruta que nos llevaría por la entrada a algunas iglesias de la zona, más alejadas del turismo y de carácter más íntimo por tanto.

Volvimos a cruzar el río esta vez por el puente de Santa Trinidad para poder hacer fotos al Vecchio desde su frente y con la panorámica de la colina al fondo para proceder a nuestra vuelta al coche. En el camino entramos al Palacio Strozzi que alberga una colección de arte contemporáneo y quisimos entrar a Santa Maria de la Novella pero ya habían cerrado, así que nos comimos un helado y un cannoli que es un postre que está de vicio no, lo siguiente, para llegar hacia el parking y de ahí hacia Arezzo.

Espero que la próxima sea ya una visita para quedarme, que tengo ganas de conocer las maravillas escondidas en sus museos. Es lo que tiene viajar con personas diferentes, que tienes que enseñarles la ciudad de nuevo, pero así sirvió para refrescar un poco aquella imagen que me encontré hace 11 años. Se dice pronto.

Turistas comiendo un helado frente al Palazzo Pitti

Vistas desde el Ponte Vecchio al Puente de Santa Trinidad


En la entrada del Museo de Copérnico donde el suelo se ha decorado con los signos del Zodiaco

Copia del David de Miguel Ángel en la Plaza della Signoria


Perseo de Cellini






Jabalí situado en la Lonja




Detalle del Campanario de Giotto


Cúpula de Brunelleschi

Sentados en el Puente de Santa Trinidad

Maravilloso Puente Vecchio

Las motos que no falten en Italia









Desde dentro del Palazzo Vecchio

Interior Palazzo Vecchio








Detalle de Tío Vivo en la Plaza de la República


Ejecutivo pasando por la Estación







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